5 de julio de 2015. Momentos intensos de inspiración.
Con días de antelación preparamos el espacio presintiendo que podíamos ser pocos o muchos.
Éramos pocos los que fuimos al Parque. Irreverentes frente a la crisis económica que vivimos, en franca rebeldía frente a las fuertes lluvias de estos días y las que se veían en las alturas y que amenazaban con impedir nuestro acto. No obstante los problemas existenciales de cada uno estábamos de nuevo ahí, en nuestro espacio que luce cada vez más sacralizado. La gente fue llegando por bloques y por goteo, los primeros se ubicaron en un lugar visible como es el Monolito, uno que otro llego sobre la marcha,algunos más llegaron pero se fueron porque no nos vieron, otros al llegar se ubicaron cerca del lugar donde estará la Sala para luego saludarnos tod@s con una alegría característica que sólo se da en los Parques de Estudio y Reflexión.
Quizás éramos muchos y no nos dimos cuenta. La motivación del inicio de la Sala no era poca y la proyección de la premier de la opera prima “Silo”, regalo del director Leandro Bartoletti, despertaba en algunos la expectativa quinceañera. Tal vez todo esto, en varios momentos, nos generó la sensación de ser muchos. El documental permitió una vez más escuchar y ver cómo el Maestro se "dirigía" a nosotros orientándonos con cápsulas de sabiduría, y ver los testimonios de los nuestros dando cuenta del proceso nuestro a través de más de 40 años de existir como siloistas, fue algo que nos entusiasmó sobremanera. Nos prodigó variación en el ritmo cardíaco, momentos de conmoción mientras transcurría, y nos arrancaba pequeños espasmos que se convirtieron en infartos de alegría. Luego nuestras ceremonias cargadas de pedidos y esperanzas. Cosas importantes se dijeron y se escucharon, desde pedidos personales,por los demás, por la Sala, por la difusión del siloísmo, otros por tratar de aclararase como y que hacer para adelante con su vida, etc. Tan valientes y osados unos como otros en estos momentos de grandes confusiones.La alegría aumentaba dentro de nosotros con tanta intensidad que no nos dábamos cuenta, y después… la danza alrededor de la futura Sala. No creo que seamos chamanes graniceros, ni pretendiamos hacer llover. Si los tibetanos creen que con fuertes y positivos deseos mientras camina uno alrededor y en sentido de las manecillas del reloj de una Stupa éstos se cumplen, lo nuestro más bien parecía rito chamánico, jejej. Además caminamos en sentido opuesto a las manecillas del reloj, cosas de cultura, jejejej. Aun así creo que se cumplirán nuestros deseos porque fueron sentidos y profundos. Comimos con la fruición habitual, nos devoramos todo lo que llevamos para comer, no dejamos nada como ya es normal. Al final de todo esto se respiraba tanta alegría que: Éramos miles, herederos de esta doctrina, éramos tantos que no se nos podía contar, se sumaron los de adentro y los de afuera del documental, se sumaron los que no vinieron, los que llegaron y no nos vieron, se sumaron las aves que revoloteaban por el Parque, se sumaron tod@s los que van los que van a estar en el futuro. El documental con las palabras de Silo, nuestras mejores intenciones y un trato cálido fueron el ámbito idóneo para vivir la intensidad de un momento de inspiración o de un roce de conciencia inspirada. El tiempo se detuvo y frenó a las nubes que se dejaban venir cargadas de agua virgen, se abrió el cielo que estaba plomizo desde el inicio del día, los dioses y nuestros dioses interiores nos permitieron arribar al umbral de la inspiración divina. Nuevos mundos vivimos hoy y se sabe de otros que hay por explorar. Sin duda esto da para plantear una nueva teoría y experiencia del universo humano. Hoy pude comprobar por un instante que la construcción del corazón de un Parque como es la Sala une el corazón de uno con el otro a pesar de las diferencias y las contradicciones, produce el arrobamiento al ver enamoradamente a los demás, brinda posibilidades de reconciliación consigo mismo y con los otros, reproduce por instantes la compasión y se convierte en un latido del universo para las nuevas generaciones. Con toda esta alegría regresamos a la ciudad y recordé algunas palabras del Maestro:
…Por último el camino y yo, humilde peregrino que regresa a su gente. Yo que vuelvo luminoso a las horas, al día rutinario, al dolor del hombre, a su simple alegría. Yo que doy de mis manos lo que puedo, que recibo la ofensa y el saludo fraterno, canto al corazón que del abismo obscuro renace a la luz del ansiado Sentido. Por cierto el camino estaba lleno de granizo y de un estimulante tráfico de autos que hizo que pudiéramos conversar más horas de lo nuestro, jejeje.